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He creído conveniente crear este post para hablaros en exclusiva sobre el monasterio de Rila.
CONTEXTO HISTÓRICO
San Juan de Rila, un ermitaño ortodoxo, que sería nombrado patrón de Bulgaria, creó este espectacular templo ortodoxo en el siglo X con la idea de fundar una comunidad de monjes.
Siglos más tarde llegó a convertirse en lugar sagrado y reserva espiritual de una región marcada y hundida por la guerra con los turcos.
Se encuentra a 120 kms de Sofia y a 521 metros sobre el nivel del mar, en una de las montañas más altas de los Balcanes.
Es, actualmente, Patrimonio Mundial por la Unesco, y unos de los lugares más bellos que visitar en toda Bulgaria.
SENSACIONES QUE ME ATRAPARON
Día previo a la visita
Mi visita por Bulgaria estaba siendo fría, muy fría, con apenas 0 grados de temperatura en la calle y sin demasiadas cosas que me sorprendieran en la helada y transitada urbe. Ya había estado en los lugares más importantes de la capital, conocía parte de la gastronomía, su música, su cultura, su historia y algunos de sus escondites más remotos.
Sin embargo, entre esa sensación de normalidad, no sabía que todavía me faltaría por descubrir, lo que seguro que fue lo más emocionante de mi visita por Sofia.
La noche anterior estaba organizando mi siguiente día, pero la nieve y el mal tiempo previsto para el próximo amanecer me paralizaba cualquier plan. A la mañana siguiente seguía nevando y también yo, dudando entre quedarme en casa leyendo o calzarme las botas y el abrigo y salir a explorar un poco más la ciudad.
Tenía hambre de nuevas experiencias y en un momento de euforia fue cuando decidí salir bajo la nieve y echar a andar hacia la estación de autobús que me llevaría a Rila.
Cuando llegue a la estación compré el billete por 11 levas al conductor y me senté cerca de una de las ventanas traseras para seguir presenciando la caída de los copos de nieve. El trayecto iba a ser cerca de tres horas, con parada en el pueblo de Rila, durante una media hora para ir al aseo. Al sentarme me pregunté si el precio del billete y el tiempo gastado merecerían la pena.
Hicimos el descanso esperado, fui al aseo, saqué dinero de un cajero que hay en la parada y retomamos el camino.
Llegada al monasterio de Rila
Nada más bajar del autobús, se sentía el aire puro de la montaña y un silencio insólito. Seguía nevando, y el frío condensaba el hielo allí donde se posaba. En la entrada había dos señores.
La puerta de la entrada era un pequeño pasillo que daba acceso al recinto del templo. Antes de entrar, mis expectativas iban creciendo a cada paso que daba y me llegué a sentir hasta nervioso. Mis sentidos empezaron a excitarse conforme mi vista se levantaba del suelo hasta la cima del monasterio.

¡Mis pelos estaban de punta! y en esta ocasión no era del frío. El paisaje era en blanco y negro, daba igual donde miraras, además todo estaba nevado. Fue espectacular ver como el vacío de aquel lugar y el silencio que provocaba ese retiro creaba una paz interior difícil de sentir en otro sitio.

Explorando el templo
El núcleo del patio exterior era una Iglesia y en sus inmediaciones había unas largas galerías con arcos que rodeaban el claustro. Por ellas se accedían a las habitaciones en los que pernoctaban los monjes y peregrinos. Pero no pudimos subir a esos pasillos en los que probablemente estarían las mejores vistas del lugar.


Algún monje de túnica larga cruzaba el patio dejando sus marcas en la nieve mientras algunos turistas sacaban sus cámaras para custodiar el recuerdo. El escenario era armónico y calmado. Daba igual que religión profesaras, la espiritualidad del lugar se sentía en cualquier punto.
Después de pasear un buen rato por el patio me adentré en la Iglesia de la Natividad que se encontraba en el centro. Como buen santuario ortodoxo podías adquirir velas a su entrada y encenderla para pedir un deseo. La Iglesia no era muy grande pero si muy tranquila y acogedora. Dentro sentí una energía enorme que me emocionó. Un momento inolvidable.

Volviendo de nuevo al autobús entre el divino silencio mis huellas quedarían marcadas en la nieve como la imagen del Monasterio de Rila en mi memoria.
Mis huellas quedarían marcadas en la nieve como la imagen del Monasterio de Rila en mi memoria.
CÓMO LLEGAR DESDE SOFIA
Hay varias opciones para llegar al Monasterio de Rila desde Sofia.
La más recomendable es ir en autobús, aunque la desventaja es que sólo sale uno cada día.
A las 10.20 de cada mañana un microbus sale rumbo a Rila desde la estación Ovcha Kupel que está en la parte oeste de Sofia.
El precio de los billetes es de 11 BGN (aprox. 11,5€) la ida y otros 11 BGN la vuelta.
Suele tardar unas dos horas y media y hace un descanso de otros 20 minutos. Por lo que normalmente llega a las 13.00 horas.
Otra desventaja de ir en autobús es que sólo tendrás 2 horas, hasta las 15.00 horas, para ver todo el templo ortodoxo de Rila porque es a esa hora cuando baja de nuevo hacia Sofia.
Más información sobre los horarios y precios.
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PRECIOS
El precio de la entrada al monasterio es gratuita pero no la de los museos que hay en su interior.
- Museo de historia:
- Adultos 8 BGN (aprox. 4€)
- Estudiantes: 1 BGN (aprox. 0,50€)
- Ticket familiar: 3 BGN (aprox. 1,50€) por cada madre/padre y 1BGN (aprox. 0,50€) por cada niño.
- El resto de museos:
- Adultos 8 BGN (aprox. 4€)
- Estudiantes: 1 BGN (aprox. 0,50€)
- Ticket familiar: 3 BGN (aprox. 1,50€) por cada madre/padre y 1BGN (aprox. 0,50€) por cada niño.
- Servicio de guía:
- En inglés: 20 BGN (aprox. 10€) por grupo.
- En búlgaro: 8 BGN (aprox. 4€) por grupo.
En la web oficial aparecen los precios de todos los museos y sus horarios actualizados.
HORARIOS
Generalmente el monasterio abre sus puertas de 7.00 a 20.00.
NOTA: En algunas fechas del año cambian este horario.
Por eso es recomendable mirar la web oficial del Monasterio de Rila donde aparece toda la información detallada. También se puede consultar en esta página los precios y horarios de los museos y de los servicios de guías en inglés y búlgaro.
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